Desde ‘Mojicón’ el primer personaje del cómic colombiano, hasta el día hoy, la influencia extranjera ha sido notable en la evolución del cómic nacional.
Hace ya 100 años, un 19 de enero de 1924 se publicó la primera historieta de Mojicón, un personaje dibujado por Adolfo Samper, al cual se le atribuye el título de ser el primer personaje del cómic en Colombia.
Aunque en la época de 1924, los periódicos ya publicaban algunas tiras cómicas, Mojicón es el primer personaje del que se tenga registro en el cómic colombiano, por consiguiente, tal vez no sea ni el primer cómic, ni el primer personaje de la historieta en nuestro país, pero es un excelente punto de partida para ponerle un rostro y una identidad a esta celebración, que son los 100 años del cómic en Colombia.
Sin embargo, la celebración del centenario y la adopción de este personaje como símbolo del origen del cómic en nuestro país, han generando diversas críticas de parte de algunos autores y entusiastas de la historieta nacional. Quienes argumentan que Mojicón ni es el primer personaje del cómic en Colombia, ni es un personaje original, que es una simple copia de un personaje extranjero y que no hay nada que celebrar.
Esto se debe a que Mojicón es en realidad una adaptación, casi que una copia de Smitty, un personaje norteamericano que se publicaba por aquel entonces en un periódico en los Estados Unidos. Por aquella época, el editor del diario bogotano Mundo al Día, quiso reproducir algo similar en su propio periódico, fue así como le encomendó a Adolfo Samper que hiciera una adaptación de este personaje, de esta forma nació Mojicón, una historieta que narraba las peripecias de un niño en la Bogotá de ese entonces y que se publicó durante 14 años continuos, desde 1924 hasta 1938.
A pesar de las críticas, Mojicón es el reflejo de una realidad que no ha cambiado mucho en 100 años de historia, dado que el cómic en Colombia está ligado directamente a la influencia del cómic extranjero, ya sea del cómic norteamericano, o del europeo, o del manga japonés, (a excepción de un puñado de autores), casi que la totalidad de las obras que se publican en el país se pueden comparar con producciones extranjeras.
Si damos un vistazo tras las viñetas de las obras más destacadas del cómic nacional, podemos encontrar diversas influencias, adaptaciones e incluso calcos de reconocidas obras del cómic a nivel mundial. Podemos tomar algunos ejemplos como Virus Tropical, que es una adaptación de Persépolis a la obra de Power Paola, así como la novela gráfica de Los Once, que esta claramente influenciada por MAUS, en los 90´s la revista ACME, se podía comparar como una versión colombiana de la popular Heavy Metal, en cuanto a la primera saga de Zambo Dende, el arte es una reproducción casi idéntica de Joe Madureira, mientras que la influencia oscura que caracterizó los 80´s y 90´s inspiró la creación de personajes como Saic y Vein.
Antes de señalar a cualquiera de estas obras, debemos considerar que nos encontramos en un país tercer mundista, en donde la globalización ha permitido que las industrias creativas y culturales sean dominadas por países extranjeros, productores masivos de contenidos que invaden países como el nuestro con una sobre carga series animadas, cómics, libros, películas, videojuegos, entre otros, opacando por completo los artes nacionales en casi todos sus campos.
Recordemos que en países como Argentina, lo que permitió en gran parte su desarrollo creativo fue el cierre de sus fronteras culturales debido a diversos fenómenos sociales y políticos. En países como el nuestro, que geográficamente se convierten en un punto de acceso al resto de sur América y que tienden a abrir sus puertas a todo lo que venga de Europa y Estados Unidos, es inevitable que casi la totalidad de los proyectos que empiezan a surgir tengan una notable influencia de obras extranjeras, las cuales son adaptadas a nuestras propia cultura.
La “adaptación” y la “reinterpretación” son ejercicios completamente validos. En el campo del arte nada es nuevo, todo es una reinterpretación de lo que asimilamos desde la percepción de nuestros sentidos. Incluso aquellas magnificas obras que sirven de inspiración a miles de autores en todo el planeta, pueden llegar a ser adaptaciones de otras obras que estuvieron antes que estas.
En Colombia pueden llegar a ser muchos los factores que durante muchas décadas estancaron el desarrollo de la historieta, como ha sucedido en otros campos del arte como lo es el cine o la animación. Sin embargo, no hay razón para detenerse en el pasado, en la lucha por el reconocimiento de nuestro trabajo, las iniciativas de los independientes se han convertido en una importante fuerza capaz de generar un cambio significativo en el panorama actual del cómic en nuestro país.
Nunca es tarde para empezar, a pesar de cumplir 100 años de historia, el cómic en Colombia se encuentra en una etapa muy temprana de desarrollo que apenas empieza a cosechar sus primeros frutos, obras como Puberman de Ivan Chacón, Luces Nocturnas de Lorena Álvarez o Dos Aldos de Henry Díaz y Pablo Guerra le han dado visibilidad al cómic colombiano en el panorama internacional. Sin embargo el crédito es principalmente de sus autores, de la gestión que han realizado y es gracias a su desbordado talento, más no es por el escenario actual del cómic nacional.
No me cabe duda de que es están generando iniciativas para fortalecer este escenario, en poco tiempo han surgido un puñado de personas con una visión completamente distinta e innovadora que pueden marcar la diferencia. Este es apenas el comienzo de un largo camino por recorrer, a 100 años de Mojicón, nos encontramos en el momento de un nuevo resurgir de la historieta, que coincide con la celebración del centenario, un nuevo punto de partida para el cómic en Colombia.
Johann García.
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